Dentro de los Órdenes del Amor de Bert Hellinger el segundo tiene que ver precisamente con el Orden. Nos dice que cada miembro del Sistema Familiar tiene su propio lugar.

Nuestro lugar dentro de la familia es único y no es intercambiable. Tiene que ver también con el orden de llegada dentro del Sistema. 

Primero están nuestros padres, que vinieron antes que nosotros, y antes de estos están nuestros abuelos, y así sucesivamente . Los últimos somos nosotros.

Cuando esté orden no es respetado se da una transgresión que viene a lastimarnos muchísimo. Digamos por ejemplo cuando de hijas estamos ocupando el lugar de nuestros abuelos.

Esto sucede de forma inconsciente, cuando los hijos que se comportan como padres de sus padres, supliendo sus necesidades emocionales y decidiendo por ellos.

Y es que a veces, desde un amor ciego/incondicional, nos encontramos sin darnos cuenta ocupando un lugar que no nos corresponde. La carga para nuestros hombros es muy pesada.

Aunque por un lado nos sintamos “buenas hijas” por suplir a nuestros padres de lo que sus padres no les dieron, el resultado es frustración y desdicha, porque dejamos de vivir nuestra vida para que ellos sean felices.
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