Si bien existen personas con la habilidad natural de comunicarse y conectar con otras dimensiones, la mayoría buscamos con añoranza contar no sólo con dichos “dones” sino con alcanzar el siguiente escalón del “despertar espiritual”.

Necesitamos creer que existe algo mucho más grande que nos haga sentir “especiales” a los ojos de Dios/Universo y de los demás mortales, algo que nos ponga en una categoría superior, más pura, más mágica.

Reconocer esto podría ser muy difícil para muchos, ya que hacerlo requiere de una toma de consciencia diferente, una más relacionada con la sanación de nuestros traumas y con un acercamiento más responsable sobre la construcción de nuestra propia vida.

Si existen traumas relacionados con nuestros vínculos primarios (mamá/papá), si hubo algún tipo de abandono, rechazo, violencia, si de niños no nos percibimos amados, atendidos, cuidados y apoyados por nuestros padres, nuestro cerebro va a buscar lo siguiente en qué enfocar nuestra atención.

 La búsqueda de lo Espiritual/Mágico/Divino pudo ser la mejor respuesta que nuestro sistema nervioso encontró para mantenernos vivos, para sentir que hay algo valioso y especial en nosotros, y sentirnos amados por algo/alguien que esté por encima de lo terrenal.

La búsqueda espiritual debe incluir mantenernos aterrisadas en nuestra vida, conscientes, presentes, y muy activas y responsables de nuestros procesos. Si no es así, entonces estamos ante un mecanismo disociativo más, encubierto en lo mágico/divino, pero disociativo al final.

Te encuentras ahí? Date un tiempo para pensarlo y analizarlo, inclusive, para verlo con tu terapeuta. La idea es sanarte, y reconectar con tu fuente primaria, para luego poder tener una conexión más saludable con el Espíritu.