Lo más importante para nosotros como especie luego de la supervivencia, es pertenecer. Somos mamíferos, necesitamos sentir el arropo y el calor de nuestro clan.
Desde esta necesidad podemos ser capaces de hacer muchas cosas, inclusive aquellas que van en contra de nuestra propia felicidad.
Actuamos entonces desde la buena conciencia, lo cual significa ser buenas hijas, buenos hijos. Debemos decir si a lo que es considerado correcto por nuestra familia/árbol.
No seguir las reglas establecidas desde la buena consciencia familiar significa el rechazo, ser expulsadas y non gratas, un riesgo demasiado grande a correr.
Porque ser consideradas “malas hijas” significa la muerte. Y no exagero. En el mundo silvestre ser expulsado del clan reduce los chances de supervivencia.
Y si hablamos de una cría, ser rechazada o abandonada por mamá es una sentencia de muerte. Nuestro cerebro sigue funcionando así.
Este instinto se magnifica mucho más si literal experimentamos peligro de muerte de mamá estando en su vientre, o durante los primeros años de nuestra vida.
Si nos resulta difícil ir a por nuestro propio camino por miedo de perder el beneplácito de nuestros padres, será interesante considerar lo antes expuesto.
No solo hay que buscar en el transgeneracional. A veces la respuesta más sencilla nos la da nuestro cerebro y su biología. Somos seres multidimensionales. Nuestros temas a trabajar también lo son.
Si deseas que te acompañe en tu proceso a nivel terapéutico, dale click al botón «contacto» aquí en mi página.