Si algo duele, permite que duela. El dolor, ya sea físico o emocional, aunque no sea bonito, nos está mostrando algo importante a sanar, a cambiar, a transformar.
No podemos evitar el dolor. Debemos buscar su causa, para luego proceder a curarlo, de forma que podamos regresar a un mejor estado.
Y es que nada duele solo porque si. Siempre hay un motivo. No deberíamos quedarnos sin intentar entenderlo, y menos crear resistencia a el. Porque el dolor tiene su propia cura.
Es como el veneno de una serpiente. Su antídoto se saca del propio veneno. Sin el antídoto la persona se muere. Si no acepta un poco más de ese veneno, pero ahora como solución, no podrá sobrevivir.
Pasa igual con el dolor y lo que lo causa. No podemos seguir pensando que solo va a pasar, sin que hayamos intervenido de algún modo.
Porque aunque se quite así por arte de magia, si no hemos atendido la causa, en otro momento va a volver a doler, probablemente mucho más, ya sea en el cuerpo, o a nivel emocional/psicológico.
Entonces, cuando llegamos a sentirnos listas para hacerle frente, debemos atenderlo.
Herramientas terapéuticas como las Constelaciones Familiares (a nivel emocional y psicológico) y la Decodificación Biológica (a nivel físico) son excelentes herramientas para entender y sanar aquellos que nos causa dolor.