Don Miguel Ruiz en su libro “La Maestría del Amor” nos ejemplifica claramente algo que solemos hacer casi siempre, enamorarnos de alguien sobre la idea que tenemos del Amor y no de lo que la persona realmente es.
El dice, y parafraseo, que queremos hacer de un perro, un gato. Nos unimos en pareja con un perro, pero luego queremos convertirlo en gato, y esto es imposible, porque un perro es un perro.
Don Miguel Ruiz dice que la pareja es más como el cerrojo de una puerta, que está compuesto por la parte incrustada a la puerta, más la llave. Ambas partes son totalmente distintas, pero funcionan perfecto, porque están hechas para funcionar.
Así somos los seres humanos. Estamos hechos para funcionar juntos, si y solo si, somos capaces de entender que somos seres con características particulares que debemos respetar entre nosotros, y debemos reconocerlo y aceptarlo, sobre todo a nivel de pareja.
Pero, porqué nos cuesta entender esto? Porqué deseamos cambiar al otro y hacer que este se ajuste a la idea que tenemos del amor, en vez de aceptarlo como es, o de buscar a alguien más, que si se ajuste a nuestra idea de pareja?
Esto suele suceder cuando se encuentra dañada nuestra idea de pareja, dada nuestra experiencia temprana sobre la relación de nuestros padres, y sobre la relación que tuvimos con ellos.
Si sueles decepcionarte del otro, viviendo desde la expectativa y las ilusiones, o si exiges que este haga solo lo que tu quieres, y lo anulas, o ves sólo lo que quieres ver, tal vez, valga el esfuerzo trabajar este tema.
La pareja es uno de nuestros más grandes maestros. Siempre nos está mostrando algo que necesitamos ver en nosotras mismas. Y esto no es cliché.
Su propósito es iluminar algo para que podamos verlo, ya sea dentro de nuestra propia biografía, i más atrás, en las historias de nuestra familia.
Y es que es tan fácil culparla de todo cuanto pasa y olvidarnos que nosotras somos responsables también, de nuestro 50%. Porque se necesitan dos para bailar tango.
Por este motivo siempre es bueno regresar a nosotras, es decir, luego de permitirnos enumerar sus errores, ver qué de nuestra parte influyó en el motivo de la discordia.
Si no somos capaces de asumir responsabilidades a nivel de pareja será bien difícil que la relación salga adelante en buenos términos.
Si la otra persona no es perfecta, nosotras tampoco, y por algo la escogimos para iniciar una relación, y cada día que seguimos con ella la seguimos escogiendo.
Aquí no debe de tratarse de culpables sino de avanzar juntos hacia adelante, trabajándonos y reconociendo lo que se necesite, porque solo así podemos crecer como personas y en pareja.