Podemos pasarnos la vida entera buscando a mamá o a papá en nuestra pareja. Parece una locura, pero así es.

Solemos enamorarnos de eso que el ser amado nos recuerda, de forma inconsciente, a uno o ambos padres.

Desafortunadamente la mayor parte del tiempo lo que buscamos en ellos tiene más que ver con las ausencias, carencias, vacíos, traumas y patrones que adoptamos y sembraron nuestros padres en nosotras.

Presten atención a las palabras que usan al referirse sobre los anhelos en la pareja…si usan demasiado la palabra “necesito”…ahí tienen una señal…Ej: necesito que me ame, me cuide, me acompañe….etc.

Papá…el primer gran amor de una niña, lo sepamos o no, hayamos tenido contacto con el o no, lo hayamos o no conocido, y más allá de cualquier tipo de circunstancia a través de la cuál el haya sido nuestro padre.

En muchos casos, la relación suele ser compleja en algún grado. Pero somos un 50% papá. Venimos de el. Y por más dolorosa que sea la historia, el es el primero y el más importante.

Es por este motivo que es tan importante que sanemos el vínculo que nos une a él. Para algunas esto es extremadamente difícil, para otras imposible. A muchas de nosotras nos conecta directo con la rabia y el dolor. Y todo esto está bien.

Cada quién es dueña de su propio proceso, de sus tiempos, y de sus dolores. Y todas las emociones son validas y también pertenecen. Pero si en algún momento de sus vidas llega a abrirse un espacio para hacer el trabajo….valdrá mucho su paz, tranquilidad, y alegría.

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