Todo momento que queda grabado a través de nuestro Sistema Nervioso como experiencia traumática, pasa a vivir dentro nuestro en la edad que sucedió, convirtiéndose en una parte interna que nos conforma.
Así, lo que muchas corrientes espirituales y de coaching llaman nuestro “niño interior” no es más que un compendio de todas aquellas memorias grabadas y desde las que seguimos operando hasta el día de hoy.
Claro, también quedan grabadas muchas buenas experiencias, pero desafortunadamente no operamos a través de estas en el mayor de los casos, sino desde aquellas que causaron dolor.
Porqué? Pues porque ese es el propósito de nuestro Sistema Nervioso, grabar aquello que nos hizo sentir en peligro para que, al mínimo sentir cercano de una experiencia con la misma tonalidad, activemos nuestro sistema de defensa.
Y el sistema de defensa se convierte en esos “monstruos” de los que habla Rainer María Rilke, esos patrones de los que no tenemos control y necesitamos identificar, para buscar la forma de replantear la experiencia dentro nuestro.
Lo que pudo servirnos de niñas para sobrevivir una experiencia puede no funcionar más en nuestro momento presente. Es aquí donde el buen trabajo terapéutico es fundamental…
…para ver la bondad en el monstruo, ver su inmenso aporte, y ayudarlo a transformarse en algo hermoso que nos aporte desde un lugar más acorde a nuestras necesidades actuales.
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Bendiciones cósmicas.